Rivesaltes y la leyenda de Babau

Rivesaltes

En Rivesaltes, Pirineos Orientales, hay una antigua leyenda que dio origen a una de las fiestas más importantes del municipio. Una leyenda del siglo XII que presenta la figura del monstruo “Le Babau”, un horrible ser mitad iguana, mitad dragón.

La leyenda habla de cómo la antigua ciudad de Rivesaltes estaba rodeada por una gran muralla. Este elemento defensivo era lo suficientemente grande para resguardar a los ciudadanos de los invasores, no obstante, contaba con un pequeño agujero. Un agujero al que llamaban agujero del horno, por donde tiraban los desperdicios de la ciudad.

Una noche, cuando los habitantes descansaban plácidamente, comenzaron a notar un temblor enorme en el suelo. Todos los niños de la ciudad comenzaron a llorar, quizá como presagio de lo que sucedería a continuación.

Pasaron unos minutos hasta que finalmente se hizo nuevamente el silencio. Los aldeanos, asustados por este temblor, salieron de sus casas. Pronto se dieron cuenta horrorizados de que muchos niños habían desaparecido.

La única apertura de la muralla, el agujero del horno, estaba visiblemente ensanchada. Alguien, o algo, había pasado por allí.

El episodio quedó ahí, aislado, pues las siguientes noches los aldeanos no notaron nada. Los niños no volvieron pero tampoco desaparecieron más.

No obstante, tras tres noches de calma, el ruido y el temblor volvió. Casi con más fuerza que el primero. Piedras volaban por el aire y los aldeanos cerraban sus casas con llave. A pesar de que esta noche ningún niño desapareció, encontraron dos conejos muertos en mitad de la calle.

Algunos aldeanos juraban haber visto al monstruo, mitad iguana, mitad dragón. Además, en esta ocasión los rastros de Babau eran visibles, pues en el suelo había grandes huellas de garras.

Un valeroso caballero conocido en la región, Galdric, decidió ayudar al pueblo. Trazó un plan infalible. Ataría un cerdo delante del agujero del horno, donde todos creían que se escondía. Galdric pensaba que el olor del cerdo y el hambre de Babau sería suficiente para hacer que saliera de su escondite y acabar con él.

Tres días pasaron hasta que Babau salió finalmente de su escondite y se lanzó hambriento sobre el cerdo. Fue el momento en el que Galdric lanzó una flecha a su cuello, la parte más blanda de su dura anatomía. Además, los guardias vertieron agua hirviendo sobre sus escamas. La bestia, herida, se volvió al río.

Pasarían unos días hasta que unos rivaseltanos aseguraron que habían encontrado un monstruo muerto, junto al agua, no muy lejos del pueblo. Decidieron así mandar una expedición.

Los hombres vieron con asombro el cuerpo del mosntruo, recogiendo un hueso para que los aldeanos pudieran verificar la muerte del mismo.

Rivesaltes se había librado de Babau, y una gran fiesta se organizó en sus calles. Así, tras este día, todo los años en el mes de agosto Rivesaltes celebra la muerte de Babau.

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Foto vía: Map-france

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1 comentario

  1. Luis Manteiga Pousa dice:

    ¿Son un poco conspirenaicos?

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