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Los Pirineos Orientales, la Cataluña del Norte

El silencio parece acompasar el lento vaivén del tren en su camino a Perpignán. Atrás, muy poco atrás, han quedado las cimas de los Pirineos. No hace mucho que los he atravesado para dejar España a mi espalda y adentrarme en territorio francés.

Cientos de metros de oscuro túnel me condujeron hacia la luz de un cielo intensamente azul. Ya se respira el mar, muy cerca, porque también aquí el Mediterráneo rompe sus olas en sus costas; ya se vislumbra en la lejanía las siluetas de las casas blancas, el azul de sus aguas, los campos marrones jaspeados de viñedos.

Cerbère, la primera estación francesa que sigue la línea del TGV, ha pasado; Collioure, Pont Vendrés o Argelès sur Mer parecen intuirse en la distancia, y finalmente, Perpignan es la que da la bienvenida a cuantos españoles quieran disfrutar de la diversidad de este departamento meridional francés, los Pirineos Orientales, a la que curiosamente, conocen como la Cataluña del Norte.

Casi cuatro mil kilómetros cuadrados por recorrer dentro de este peculiar Departamento que forma parte de la región del Languedoc-Rousillon; una zona que bien podría confundirse con la histórica región del Rosellón, de pasado tan catalán, y en la que tanta huella dejó Jaime II, antiguo rey de Mallorca, quien heredó el Condado del Rosellón de su padre, Jaime I el Conquistador, Rey de Aragón y Cataluña.

Es precisamente la historia la que me impulsa a conocerla y a buscar las huellas de un pasado tan singular.

La historia y la máxima facilidad de la que ahora disponemos, gracias al tren, para visitarla en una pequeña escapada de fin de semana a estas tierras. Y es que ahora, en poco más de hora y media, se puede llegar en AVE y TGV desde Barcelona a Perpignán.

Es el tiempo y el dinero el que muchas veces nos mata las ganas de viajar. Hacemos los viajes cada vez más cortos y concretos, y buscamos en breve tiempo llenarnos de la magia de otros países, acaparar en tres días lo que no hemos podido disfrutar por la situación actual en una o dos semanas. Siendo así, ¿por qué no visitar los Pirineos Orientales, que tan cerca, en espacio, tiempo y dinero, están de nosotros?

Sus huellas históricas nos conducirán a Perpignán, la capital departamental, la ciudad que el mencionado Jaime II tomó como capital de su Gobierno. Allí se construyó el que hoy se alza altivo sobre la ciudad Palacio de los Reyes de Mallorca (cuyo interior podéis ver en la foto superior), un colosal edificio que se mantiene en perfecto estado y que requiere una visita inexcusable. Como el Castillet, su monumento más emblemático, antigua puerta fortificada de entrada a la ciudad allá por el siglo XIV o la Lonja de Mar que discurre justo a su lado entre antiguas placitas que datan del siglo XV. Así podría continuar con un buen número de antiguas calles que muestran el arte y estilo de la Corona aragonesa y catalana.

El Castillet, en Perpignán

Y precisamente el estilo catalán es el que se conserva en la gastronomía del departamento, donde priman los embutidos, pero donde también podrás tomar la escalivada o el clásico pan con tomate catalán, junto con otros sabores locales como el queso de los Aspres, las butifarras blancas de la Cerdaña o las anchoas de Collioure…

Collioure... «caminante, no hay camino; se hace camino al andar». Andar. Eso es. Dirigir los pasos y avanzar, hacia el mar; hacia el pasillo mediterráneo que pleno de los intensos y cálidos azules marinos nos llevan hasta esta bellísima localidad donde reposará eternamente Antonio Machado, uno de nuestros poetas más ilustres. Porque fueron muchos como él los que, huyendo de la Guerra Civil que tan trágicamente asoló nuestro país, marcharon desde Cataluña y encontraron acogimiento en estas tierras. Quizás de ahí aquello de la Cataluña del Norte. Fueron muchos, cientos, los españoles que aquí se refugiaron.

Es Collioure una localidad parecida a Cadaqués, en la que pasear por sus calles empedradas que siempre desembocan al mar; donde la artesanía y sobre todo, la pintura, se dan la mano para mostrar al turista por qué esta ciudad fue la cuna del faubismo, y por qué tantos pintores, como Matysse, asentaron aquí sus caballetes para plasmar en los lienzos las bondades de Collioure. Aquí, junto al Mediterráneo, ciudades hermanas se dan la mano, desde Cerbère, a Collioure, pasando por Port Vendrés o Argelès Sur Mer. Ciudades del mismo corte, donde pasear respirando el aire a mar es a lo que más te invitan.

Vista de Collioure desde el Fuerte Saint Elme

Salpicadas por estas ciudades se encuentran muchas de las fortalezas que en su día defendieron a la Corona mallorquina de los avances franceses. Como el Fuerte Saint Elme, desde donde hay unas maravillosas vistas de toda la bahía o como el impresionante castillo de Salses, un poco más al norte.

El Marqués de Vauban es precisamente uno de los personajes más significativos de la historia de esta parte de Francia, pues fue su ingenio militar y estratégico el que le llevó a construir unas fortalezas que aún hoy día son referente en la construcción militar. Sus pasos son los que deben llevarnos hasta Villefranche de Conflent, ciudad fortificada por este arquitecto, y que junto con Mont Louis, conforman los dos Patrimonios Mundiales con los que cuentan los Pirineos Orientales.

Situada al Sur, muy cerca de Andorra y de los Pirineos, es éste un recorrido ideal (que además puede hacerse en ferrocarril turístico con el Tren Amarillo) para los que, además de la Historia, les encante el paisajismo y el senderismo, porque esta zona no solo cuenta con estos dos sitios espectaculares, sino que son también puerta de entrada a las mayores altitudes del departamento con el Carlit con sus 2.921 metros o con el Canigó, con 2.785. Y donde hay altura, en invierno hay nieve, y con ellos las varias estaciones de esquí que alberga.

Al norte del departamento hay además una interesante ruta en tren que nos podrá llevar a conocer ciudades fortificadas y monasterios que de un modo u otro se vieron implicados en la antigua Cruzada que sufrieron los cátaros.

Mar, montaña, ciudades históricas, rutas en tren, balnearios termales, deportes y buena gastronomía… ¿qué más se puede pedir para una escapada cerca de España?

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