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Giverny, descubriendo a Monet

Claude Monet es uno de los principales exponentes del Impresionismo francés. En Giverny, una ciudad de la región de Normandía, se encuentra su lugar de nacimiento. En el año 1840, llegaba a la vida quien luego sería recordado como un maestro inigualable en su disciplina.

La casa de Monet se distingue con facilidad. No hay muchas viviendas de color rosa circundando la zona. Sus grandes jardines se extienden en el interior del recinto de muros que rodean la residencia, y son un sitio privilegiado para relajarse y tomar contacto con la esencia misma de la vida del artista.

En el año 1966, uno de los descendientes de Monet decidió donar al gobierno nacional el hogar de su bisabuelo. Desde entonces, sucesivas restauraciones han permitido que la casa esté en óptimas condiciones, y hoy se encuentra a cargo de la Academia de Bellas Artes.

El interior de este lugar guarda la historia y la magia que Monet supo construir en torno a su talento. En su estudio –el primero de todos– numerosas réplicas de sus principales obras de arte, nos obligan a imaginarnos cómo sería el transcurrir de su vida allí. Casi 150 años atrás, el gran artista recibía aquí de sus musas los arrebatos de inspiración que lo coronaron como el gran referente del movimiento Impresionista.

En la primera planta, la habitación de Claude y su esposa, Camille, tiene bellísimas vistas sobre el jardín. Desde allí, los ojos de Monet observarían el mundo a través de su particular visión, capaz de transformarlo en piezas de arte que quedaron y quedarán por siempre en la historia.

Los arcos de metal dispuestos por él conforman una glorieta de rosas muy peculiar, que desprende su aroma e inunda el aire a su alrededor. A través de ellas se extiende el sendero central del parque, que cuenta con numerosas especies plantadas por el artista. El pequeño lago, que inmortalizó en sus pinturas, es un verdadero tesoro de su hogar.

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Foto Vía: Flickr