Pequeño paseo por El Louvre
Existen cálculos nefastos que indican que, aun dedicando las 24 horas del día a detenerse una fracción de segundo frente a cada una de las obras que pueblan el Louvre, llevaría varias semanas recorrerlo entero. Con un panorama tan poco alentador para quienes llegan a París con sólo algunos días por delante, sumergirse en la inmensa majestuosidad del palacio del arte requiere de una preparación.
Saber qué tesoros guarda el Louvre, y en dónde se puede conocerlos, es indispensable para disfrutar de algunas de sus maravillas archiconocidas, y de otras que pueden resultar de interés para cada visitante en particular. Por eso, a continuación ofrecemos un acercamiento a las más famosas obras del museo de arte de París.
La Venus de Milo
Se trata de la conocida Afrodita de fines del siglo II a.C. que fue adquirida por el gobierno francés a la isla griega de Milo, de la que recibió su nombre. Está ubicada en la planta baja, en el área Sully, y es una de las primeras imágenes reconocibles por la mayoría de los visitantes que puede observarse al ingresar al museo.
Escultura italiana
A continuación, aún en la planta baja, la Sala de Escultura Italiana alberga obras de los famosos genios de esas tierras. Destaca El esclavo moribundo, una escultura de mármol de Miguel Ángel, destinada originalmente a la tumba del papa Julio II, que nunca fue terminada.
La Mona Lisa
Cómo no mencionar a la sonrisa más buscada del museo. Desde abril de 2005, esta famosa dama pintada por Leonardo da Vinci se encuentra en la renovada Sala de los Estados. Está protegida por un vidrio irrompible, en un espacio más amplio, cuyo costo de remodelación fue de unos 6 millones de dólares.
Sin dudas la más mimada de todas las obras, la Gioconda es retirada una vez por año de su caja de cristal para que los expertos analicen el grado de deterioro de la tela y de la pintura con que fue realizado el retrato.
Foto Vía: Sailing Issues
