Niza, la italiana
Niza se convirtió en ciudad de Francia en 1860. Hasta entonces bajo el gobierno italiano, hoy sabe conjugar ambas culturas de un modo conmovedor. Sus calles son sinónimo de luz y joyas arquitectónicas.
Lugar de encuentro de la aristocracia del los siglos XIX y principios del XX, el Paseo des Anglais es hoy un maravilloso paseo marítimo de ocho kilómetros. Todo a lo largo de su extensión, las playas de guijarros, las palmeras y las características sillas azules invitan al relax y el disfrute.
Recorriéndolo se llega al Palais de la Méditerranée –o Palacio del Mediterraneo–, una magnífica muestra de la arquitectura Art Déco, financiado por el millonario americano Frank Jay Gould. Fue inaugurado en enero de 1929, pero el hotel de lujo cayó en declive una vez terminada la guerra. Parcialmente demolido en 1978, su fachada labrada de mármol blanco fue declarada monumento de interés histórico en 1983. En la actualidad, su terraza está abierta al público, y allí se puede tomar una copa o degustar una comida local mientras se contempla el estupendo paisaje del mar.
El casco antiguo de la ciudad, de tonos crema y pastel, lleva en el aire el olor de los claveles cultivados en las colinas adyacentes. Es digna de admiración la cúpula genovesa de la catedral barroca de Saint-Réparate, una obra maestra de la Contrarreforma italiana, construida en el siglo XVIII. En el número 8 de la Rue de la Poissonnerie no puede dejar de contemplarse el bajorrelieve neo-medieval de Adán y Eva.
La colina du Château –o del Castillo– es una visita ineludible para obtener una panorámica de la ciudad que resulta inolvidable. Desde allí, la bahía de los Ángeles se extiende majestuosa y la armonía arquitectónica de Niza se le une en una conjunción soberbia.
Para seguir conociendo la ciudad
