Conocer Francia tras los pasos del rey Sol

Golden Gate Palacio de Versalles

Francia es un país muy extenso y en el que uno puede maravillarse encontrando diferentes rincones, propuestas turísticas y modos de ver la vida.

Hoy os sugerimos no centrarnos en una única localidad, sino coger el coche y entrometeros por el noroeste de este bello país para descubrir Rouen, El Havre y Versalles. De este modo, salvando las diferentes, se siguen los pasos del rey Sol en plena región de Normandía.

Comenzaremos por Rouen, una localidad conocida por tener un patrimonio excepcional, pero que además tiene algo más espiritual que ofrecer al visitante. La catedral, las obras maestras arquitectónicas del gótico, del Renacimiento o los palacetes particulares de la época clásica son algunos de los lugares en los que merece la pena deleitarse. No hay que olvidarse tampoco de las fachadas pintorescas de las casas con entramados de madera que perduran con el tiempo.

Pero Rouen no sólo es un espejo de los siglos pasados sino que la capital de Normandía cuenta con unos cincuenta monumentos históricos importantes, un fondo museográfico que se encuentra entre los más importantes de Francia.

Y como recomendación deciros que, una vez en Rouen, uno tiene que mirar al cielo para observar las variaciones que se van produciendo pasando del color transparente a otro gris perla o cómo los crepúsculos se convierten en anaranjados fulgurantes. Dicen que toda esta variedad de colores sólo pueden observarse en Rouen.

Además de todo esto, uno no debe perderse la catedral Notre-Dame, la abadía Saint-Ouen, Gros-Horloge (Gran reloj), el Museo de Bellas Artes, el Museo de la Cerámica y el Sec des Tournelles. No hay que olvidarse también de pasarse por sus muchos restaurantes, donde se aglutinan varios establecimientos de los que aparecen en la guía Michelín.

Le Havre es un ciudad costera que destaca por su arquitectura moderna, inscrita por ello en el Patrimonio Mundial. Al nombre de Perret, el constructor original, se añaden también los de los prestigiosos Niemeyer o Nouvel, que también dejaron allí su impronta. Pasear por sus calles es como asistir a una lección de arquitectura en vivo y en directo.

Su puerto, su playa o el Museo Malraux, la segunda colección impresionista de Francia, tras la de Orsay, son otro de los espacios que merecen la pena descubrirse en Le Havre. Y si aquí los edificios se caracterizan por un estilo moderno en nuestra próxima parada, Versalles, ocurre todo lo contrario.

La residencia del Rey Sol es también una localidad atractiva, con un rico patrimonio histórico, unos mercados llenos de animación, espectáculos y fiestas variadas. Pero aún así lo que resulta imprescindible es visitar el Palacio, su parque, el Petit y Grand Trianon y también el ‘Domaine de Marie-Antoinette’.

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